19 abril, 2013

Sabores para todos los gustos

Me gusta comparar las historias con comida. Quizás porque amo la comida y creo que es uno de los placeres más grandes de la vida; junto con la música, y dormir. Quizás con mirar las estrellas una noche serena de verano. Retomando, los textos son deliciosos. Los hay de todos los sabores. Dulces, como alguna historia sobre la felicidad de la infancia, para aquellos que tienen un paladar sencillo, sin muchas exigencias. Hay escritos amargos, esos que te dejan un ardor en la garganta, o un nudo; historias trágicas y algo emotivas, que te hacen sufrir el sufrimiento del protagonista. Hay relatos ácidos, que te hacen odiar a algún personaje porque no hace lo que quieres que haga. También los hay empalagosos, poemas cargados de amor y cursiladas que hacen que sientas la lengua pesada y que la pases repetidamente por el paladar; estos son los que menos me gustan, quizás porque es como si te metieran una cucharada de miel en la boca de sopetón y no me gusta tanto la miel. Hay historias saldas, como las lágrimas, historias de tristeza y pena, a veces de muerte o traición, poemas trágicos deprimentes y angustiosos, me gusta el sabor salado. Por último el sabor terroso y feo de las historias mal escritas, de las faltas ortográfica, la mala redacción o los errores de sinapsis. No me gustan, es como si te hicieran tragar tierra y polvo. Hay muchos sabores, tantos como tipos de textos y cada texto tiene un sabor diferente para cada persona que lo lea. Puede que un texto amargo para mi sea salado para alguien más o que algo totalmente empalagoso sea encontrado dulce por alguien más. Hay sabores en la literatura, deliciosos, disfrutables, agradables al paladar, feos, asquerosos, vomitivos, simplones, insípidos, tantos que no llego a describirlos. Y cada sabor es un mundo, hay combinaciones de sabores, que dan pie para sabores nuevos e inexplorados. Sabores y textos para todos los gustos.

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