16 junio, 2020

A la noche
tu cuerpo oscuro se recorta
en la penumbra de mi habitación.
Mis ojos no te conocen.
No sos más que una sombra extraña
    que se extiende negra a mi lado
    llenando la soledad nocturna.

 

Pero mis manos te ven.
Sienten
    la calidez de tu pulso
    en el vaivén de tu sangre aletargada.
Adivinan las formas suaves
    de tu cintura, de tu pecho, de tus brazos.
Reconocen la suavidad
    de tus yemas oscuras
    entretejidas entre mis dedos somnolientos.

 

Te veo con claridad
en el olor de tu pelo limpio
    que me cosquillea la memoria.
En el sabor de tus labios rotos
    que me contestan los besos a tientas.
En el sonido de tu corazón
    que palpita en el abrazo de mi pecho.

 

Mis ojos no te ven,
pero mi alma te conoce.
Y vibra de amor cuando tu mano
                invisible en la negrura que nos cobija
    roza mi piel, acariciándola.
En ese mimo
     que me dice
     que tu alma entre dormida reconoce
                mi cuerpo oscuro en la penumbra de la noche.