Hay una voz en mi interior
que me llama
me llama
y no quiero escucharla.
Me susurra que todo va a estar bien
que ella sabe
que todo es por
mi bien
y no quiero escucharla.
Me dice que no sea hipócrita
que ya fui
que ya la seguí
y no quiero escucharla.
Me habla con su voz de hielo
que sé que me
voy a sentir mejor
que después no me
voy a arrepentir
y no quiero
escucharla.
Sabe murmurarme
que ella tiene
la solución
que va a hacer
que el dolor duela menos
y no quiero escucharla.
Y ya no quiero escucharla
porque
incontables veces
escuché su voz
filosa
filosa
como una gillete
filosa
como una hoja de sacapuntas
filosa
como una tijera
filosa
como un cutter
filosa
como una aguja de coser.
Escuché su voz
y entretejí la
telaraña
que recorre mis
muslos
mis brazos
y se desliza
debajo de mi tatuaje
ese que me hice para recordarme
que si
que
la escuché
Tantas tantas veces lloré lagrimitas rojas
y tantas tantas me arrepentí.
Pero al final del día
es mi decisión no hacerle caso.
Pero al final del día
pasan los años
y la
sigo escuchando.