En frente de mi casa, cruzando la calle, hay
otra casa aún más grande. Es toda blanca, y cuadrada, con grandes ventanales.
No importa, la cosa es que en frente de mi casa vive una familia normal. Mamá,
papa, una chica y su hermano mellizo como de mi edad, y un bebé. No sé si es
nene o nena porque siempre está vestido de blanco. Me causa gracia que hoy en
día se viven peleando por la identidad de género, cuando todos nacimos iguales.
La misma cara gorda, cabeza grande, pelo corto, piel suave. Desvarío. Estaba
hablando de la familia de enfrente. Mi ventana da directamente al ventanal de
la chica. Y bueno, cada vez que miro para afuera veo su habitación. Quién lo
diría, tremendo ventanal, hermosas cortinas, pero siempre descorridas. Una de
dos. O a la chica le gusta mucho la luz solar, o no se da ni cuenta. Creo que
es más la segunda, porque tampoco es muy pudorosa. Le conozco la anatomía
bastante bien. No me malpiensen, que no me caliento por verla en tetas. (¡OH
DIOS! ¡PEZONES! ¡SIENTO LA LÍBIDO ESTIMULARSE! ¡RECÓRCHOLIS!)
A
lo que quiero llegar es que a pesar de que nunca hablé con ella, y no sé ni su
nombre, siento que la conozco. Se muchas cosas sobre ella. Le gusta bailar,
bastante, se la pasa bailando. Es muy desordenada pero tiene una mucama que le
ordena, así que ya fue. De vez en cuando la visita una chica alta con cara de
perro salchicha que viste súper extravagante. Parece ser una amiga o algo.
Puede estar horas tirada en la cama con su computadora o su celular. Pinta en
un caballete más allá de la cama, toca el violín y le gusta jugar con un aro
ula-ula. A veces su hermano entra en su habitación y se quedan charlando por
varias horas, riéndose y viendo cosas en la computadora o en la tele. Sé que el
hermano se llama Esteban, porque una vez fue a comprar tornillos a la
ferretería donde trabajo y le pregunté.
Sé que todo esto suena muy de acosador, pero es
que no puedo dejar de verla. A veces me doy cuenta de que lo primero que hago
cando vuelvo de trabajar es mirar a su
ventana a ver si está. Me tiene encandilado (YA SÉ, ESTOY “ENAMORADO”.
DISCULPEN, ESTO NO ES DISNEY). Por eso, cuando el viernes llegué a casa y ella
estaba con un chico que no conocía, me puse celoso. Después pensé en que no
había razón, que ella ni me conocía, que si quería estar con alguien, que
estuviera. Después mis pensamientos se degradaron en hipótesis más desesperadas.
Porque podía ser el primo, o un amigo, o un compañero de clase especialmente
cariñoso, o un tercer hermano perdido que estaba misionando en Santa Fe de
Bogotá. Después me fui a comer. Había guiso de arroz con alitas de pollo.
Estaba buenísimo porque mi mamá es la mejor cocinera del mundo. Después volví a
subir y los dos de enfrente estaban besándose con alma y vida contra la pared.
Verlos era casi pornográfico. Totalmente atrapante. Fueron moviéndose hasta
caer en la cama. Ahora era más pornográfico todavía, y al parecer el tipo
estaba decidido a ponerse al día con su conocimiento de anatomía femenina. De
golpe se separaron un poco. Se dijeron un par de cosas, miraron a la ventana,
volvieron a hablar, ella volvió a mirar por la ventana y me vio. Sé que me vio.
Sé que se dio cuenta del brillo de despecho ávido de mis ojos. O no. No sé si
no tiene miopía. La cosa es que le tipo cerró las cortinas y yo me perdí de
toda la acción. (OTRA VEZ, NO SOY UN PERVERTIDO, SOLAMENTE SOY CURIOSO) La
cuestión de todo esto es que hoy ella volvió a abrir las cortinas, y esta vez
miró para mi ventana. Me saludó un poco avergonzada y siguió buscando un no sé
qué por su habitación. Y nada, eso, que espero alguna vez cruzármela para
comentarle que me gusta bastante la mancha de nacimiento que tiene debajo de la
teta izquierda.
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