22 junio, 2015

Mar del Plata

          Mar del Plata no es como todas las ciudades. Es especial. Acá el mar no es cristalino y límpido. Las playas no son de arenas blancas y cálidas. Acá la gente no te recibe siempre con una sonrisa grabada en la cara. Mardel no será la ciudad más limpia de todas, ni la más grande, ni la más afamada, ni la de la gente más simpática. Pero es la ciudad más linda que conozco.
          Acá el mar es turbio en la orilla, lleno de arena y sal; y de un verde azulado majestuoso en alta mar. Cuando el sol se refleja en la olas, se puede ver un arco iris en miniatura. Con la sombra de las nubes se oscurece, pareciendo la piel moteada de un enorme animal marino. La arena es terrosa y gruesa, ideal para los castillos de arena más fuertes que habrás visto. Cuando llueve, los colores parecen más nítidos, más verdaderos. Y los edificios de la costa parecen brillar. Mar del Plata es hermosa cuando llueve. Porque la lluvia apaga el asfalto y prende a los árboles, llenando la ciudad de olor a tierra húmeda, pasto mojado y sal. La gente la llama 'La feliz' y no creo que estén equivocados. En las noches la ciudad se viste de fiesta y deslumbra con sus luces. Los festivales tan grandes, dándose aires de grandeza, cuando no es para tanto. Hay también pequeños festivales personales, que son los más hermosos, los más perfectos. La literatura que se lee en un bar, la película de zombies hecha con amigos, la obra de teatro hecha con amor y no con fama, la murga que se levanta para seguir viviendo, el arte que se vive en la calle y no solo se mira. La vida que pasa más lentamente que en una capital y más rápido que en un pueblo. Es esta cosa intermedia, perfecta como el otoño, que no es ni mucho frio ni mucho calor. Y hablando del clima. Es un desastre. Maravilloso. Calor en verano, templado en otoño y frio en invierno. La primavera no existe. Pero tampoco demasiado calor para derretirse, ni demasiado frio para que nieve. No nieva en Mardel. Nevó una vez, hace mucho, pero nadie de mi edad sabe de eso. Es el mar, dicen, es la humedad, dicen. Pero yo creo que si en Mar del plata nevara, sería ya demasiada perfección junta. Y nadie soporta eso.
         Mar del plata es bastante antipática para ser una ciudad turística. Pero la gente mala hace que la gente buena destaque. Demasiada gente mala hace que una cuidad sea una basura. Demasiada gente buena es tan sospechoso que es antinatural. Y en este equilibrio de gente huraña y gente amistosa es que lo bueno resalta y no se ve avasallado por lo malo. (Menos poéticamente; sí, hay gente de mierda, pero también hay gente muy buena. Y hay más buenos que malos.)
         Amo mi ciudad. Porque fue mi cuna, es mi casa y será siempre mi hogar. La ciudad natal es como el primer amor. Quizás me vaya lejos, muy lejos, y nunca vuelva. Pero siempre va a estar en mi corazón; y de vez en cuando va a volver en forma de nostalgia. Me va a dejar una sonrisa y se va a ir de nuevo. Mi ciudad natal es este punto que me ata, ese centro de gravedad que siempre me atrae y me llama; que cuando estoy me quiero ir, pero cuando me voy solo pienso en volver.
          No es un lugar perfecto, ni de cerca. Hay tanto que hacer, tanto por mejorar. Pero siempre vemos lo malo, y lo malo nos empaña la vista como el aliento en la ventana. Por eso hablo de lo bueno, y ni pienso hablar de lo malo. Porque hay que ver que hay cosas buenas para dejar de quejarse y apreciar un poco más lo que tenemos. Hay que pararse y pensar en que hermosa ciudad tenemos y quererla un poco más. Entonces, queriéndola, dan ganas de ayudarla.
          No se, solamente amo vivir donde vivo, y decirme orgullosamente marplatense.

1 comentario:

  1. me encanta tiene todo mar, ciudad , paisaje dia y noche es perfecta belleza besos andrea

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