20 agosto, 2014

Luz y oscuridad


Cuando llegué, solo había luz. Una luz cegadora, que no me permitía ver, solo reír. Con el tiempo la luz comenzó a opacarse, pero no a claudicar. Tomó otros matices, bajando hasta un gris tenue, o escalando aun blanco irreal. Pero crecí, y empecé a notar las manchas negras de la vida. Por un tiempo solo dejé que las manchas pasaran a mis lados, pero no sobre mí. Tristemente, el mundo se fue haciendo cada vez más oscuro. Las blancas y tintineantes carcajadas del pasado fueron apartadas por unas grises sonrisas ambiguas. La oscuridad ya no solo me rodeaba, me empujaba, me golpeaba, me hería, buscando un lugar por donde entrar. Por un tiempo abracé la oscuridad, dejando que me amparara, dejando que fuera parte de mí. Muchas veces me dijeron que la dejara ir, que la despegara de mi piel. Pero no podía, no quería hacerlo. Ser oscura me daba una excusa y una protección que no encontraba en nada más. No creo que entiendas. La oscuridad me llenó por un período corto de tiempo, pero que se sintió como una eternidad. Adoptar la oscuridad traía sus desventajas. Alargaba los días y las noches, creando un espiral sin fin. Pero tarde o temprano, algo tenía que cambiar. Llegó alguien diferente a los demás. Era oscuro como yo, pero también era luminoso. Aunque él no lo notase. Era perfecto. No quiso convencerme de que la oscuridad era mala, no quiso que me desprendiera de ella. Simplemente me mostro mi propia luz, me hizo creer en mi propia luz, me convenció de que la luz que tenía era hermosa a su manera y que no tenía que erradicar a la oscuridad. Tenía que mantenerla a raya. Y heme aquí, aún con algo oscuro en mí, a gusto con la oscuridad que tengo y con lo que ella hace de mí. Porque no hay nadie que sea absolutamente luz, ni nadie que sea absolutamente oscuridad.

1 comentario:

  1. Hasta el ultimo parrafo me daban ganas de matarte -_- por suerte luego cambio la idea de la historia :)

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