Ya no quiero esto, ya no más. Pero es lo que elegí, y es lo que quiero. No sé,
¿es que seré una masoquista? Me lastimo y lastimo a todos. Es como si estuviera
envuelta en vidrios. Me duele. La gente normal aprende de sus errores. Yo no, a
mí me ponen la misma pierda millones de veces y cada vez caigo y me pelo las
rodillas. Y lloro hasta dormirme, llenando mi cara de barro. Me entretengo
mirando las estrellas, que son tan irreales a veces, tan efímeras. Siempre las
miro esperando que él también las mire, y así saber que, al menos, miramos las
mismas estrellas.
Me gustaría ser una estrella. Así estaría alejada de todo y todos, pero aun así
sería parte de algo. Una galaxia, una constelación, una nebulosa. Algo. Si
fuera una estrella no lastimaría a nadie. Y nadie me odiaría. Si fuera una
estrella no tendría que lidiar con el odio, o con la cobardía. Esas cosas que
me dan miedo y me hacen fallar. Si fuera una estrella nadie podría acercárseme,
y nadie lo haría, porque nadie quiere acercarse a una estrella. Quisiera que
esta noche llovieran las estrellas, así si yo me fuese, nadie lo notaría.
Quisiera poder volverme tan efímera como una estrella, y poder pasar
desapercibida entre la multitud. Pero que de vez en cuando alguien me mire, y suspire
pensando que alguien más mira la misma estrella. Y después seguir en el anonimato.
En el camino gallardo de la estrella sin nombre, y sin camino. Porque las
estrellas no necesitan un camino, ni un lugar a donde ir, ni uno donde
quedarse. Ser una estrella sería mucho más fácil. Quizás la vida no es fácil
para los humanos porque somos estrellas maldecidas. Estrellas que hicieron algo
y pagan sus errores en la Tierra. Pero, los errores en la Tierra, ¿dónde se
pagan? Porque si hay algo que hago muy bien es equivocarme, y arrepentirme, y
llorar hasta quedarme dormida. Hasta bañar mi almohada con lágrimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario