05 noviembre, 2015

Desperation



Leer escuchando ESTO


La noche esta estrellada
y fría, y oscura.
Y yo estoy sola.
Debatiéndome,
peleándome por encontrarme.
La noche me araña,
porque  sabe que estoy triste.

¿Qué será de mí
cuando me dé por vencida?
Cuando decida de pronto
que nada vale la pena.
¿Qué será de mí
cuando me arranque las venas?
Cuando me dé cuenta
que si muero nadie lloraría.

¡Las palabras se me escapan!
Ya no las tengo
no son mías.
Las pierdo, me pierdo,
pierdo los ojos, la piel,
la sonrisa, las venas,
las noches, los días.
Pierdo el motivo intermitente
que me empuja las piernas.
Que me guía, me ata,
me somete, me tortura,
me libera, me inspira,
me golpea, me cura.

Aunque…

La luna me mira
indiferente, lejana.
Envuelta entre sus nubes
de virulana hecha harapos.
La luna me sonríe
pidiéndome que la siga
sabedora de que sus seguidores
no son otros que suicidas.

¿Y si la siguiera?
¿Y si acudiera a su llamado?
¿Y si fuera,
si subiera a su lado al cielo?
Podría ver desde arriba
todas las miserias que pasé.
Vería como sollozan otros
con lágrimas falsas de papel.

Me robo las palabras
de tumbas, de mazmorras,
de cafés y bares y escuelas,
de bocas ajenas, de bolsillos,
de carteras y sobres y cajas
y de tiza borrada en la vereda.
Me plagio las letras
y las vidas y las muertes,
las tristezas que se sufren,
los amores que te rompen,
que dejan moretones y cicatrices.
Y la noche no  te   ayuda    a     sanar
porque   es    indiferente
      y   fría,
         y   cruel.



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