El Cuco entro en mi casa. No dejo nada, solo tristeza, pero así es como
actúa. Yo no tengo niños que el Cuco me lleve por eso se llevó a mi niño
interior. Quizás solamente para ver cómo me destruía lentamente.
Entró como un vendaval. Sacudió las cortinas, rompió los platos, tumbó los
muebles, mató al gato y al final, se acercó a mí. Me miró con sus ojos vacíos,
llenos de nada y sentí frio. Un frio feroz que me congeló las extremidades.
Sentí mi felicidad irse, abandonarme. Entonces estuve seguro de que estaba
acabado. Y antes de desvanecerse en la oscuridad me dijo "Si te escapas,
el Cuco va a encontrarte". Su voz era extrañamente dulce, como la de una
madre angustiada. Porque el Cuco era una mujer.
Vivía las horas como días, las semanas como años y los meses como siglos.
Paso un año lleno de desgracias, todo causado por el Cuco. Pero el tiempo cura
todos los males y yo aprendí a vivir sin esa alegría de quienes tienen su niño
interior. Pero sentía algo como satisfacción. Una secreta satisfacción a la
vida.
Pero entonces el Cuco volvió. Con su suspiro gélido y su voz de ángel me
volvió a decir "Si te escapas, el Cuco va a encontrarte". Entonces lo
entendí, mi niño interior estaba volviendo, escapando de la jaula del Cuco.
Ella me miró con sus ojos de rosas negras, llenos de rocío. Entonces no sentí
nada. Era como si, de pronto ya no existiera nada más que yo. No tenía pulso ni
lo necesitaba. El Cuco me había matado y yo ya no existía.
Aún así, lentamente, fui recuperando mis sentidos. Hacía frío y tenía un
sabor metálico en la boca. Los labios cuarteados me dolían y la lengua pastosa
me raspaba el paladar. Abrí los ojos y solo vi líneas de plata. Eran barrotes,
en una cueva sombría y sentada en una roca estaba el Cuco. Tocaba una ocarina
púrpura, llenando los recovecos de la cueva con notas melancólicas. "Yo
debía matarte" Dijo el Cuco "Pero eso no te acabaría, así que te
quité lo que un hombre necesita antes que la vida...la libertad". Y siguió
tocando su ocarina, llenando de notas tristes mi corazón.
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