Yo solo quiero que me amen todos los días, sin importar si estoy feliz, triste o enojado. Que me amen a la mañana, con los ojos llenos llenisimos de lagañas. Que me amen a la noche, con el corazón abierto y los ojos entrecerrados.
Yo quiero que me amen como se ama al mar, cuando está tormentoso, cuando está calmo, cuando está sucio, cuando está plateado.
Yo quiero que me amen con todos mis nombres, los que llevo ahora, los que quiero olvidarme, los que están perdidos, los que están enterrados.
Yo quiero que amen mi cuerpo de ninfa trans-pirada, mis colores cambiados, mi identidad mutable, tan firme como la marejada.
Quiero que amen mi intensidad y mi entusiasmo, que amen mis mediocres poesías, mis poemas iluminados, mi líbido sin horarios, mi felicidad triste, mi risa y mi llanto.
Yo quiero que amen lo que proyecto y lo que me guardo, mis diosas, mis santos, mi miedo al olvido que me congela aterrado, mi amor a la primavera, a los libros, a las abejas.
Quiero que amen los detalles que se me escapan, que me miren embobados cuando, sin darme cuenta, saco la lengua cuando estoy pintando.
No pido mucho y lo pido todo, porque me merezco el mundo encerrado en un mate a las tres de la mañana mientras estoy estudiando.